a la propuesta de "taller", teniendo como referente al pedagogo brasileño Paulo Freire. Reflexionamos cómo se dan los procesos de naturalización y cómo condiciona la disposición "física" para las interacciones.
Hoy nos resulta "natural" colocar nuestras sillas formando una ronda, en la cual todos nos podamos ver el rostro; ronda en la cual no existe un centro de atención, salvo el lugar donde está presente la palabra. En esta modalidad la palabra puede "girar", pasar de uno/a a otro/a.
Un elemento importante de la pedagogía franciscana es la creatividad, por eso compartimos historias que cada uno/a elaboró a partir de cinco elementos. Fue un gusto escucharnos y ver cómo nos animábamos cada vez más a despegarnos de la realidad, invitando a personajes nuevos y llegando a lugares nunca sospechados.
Por último, aprovechando un bello momento de sol en la terraza, compartimos una actividad sensorio-corporal, buscando llegar y descubrir nuestro propio ritmo. Buscamos sintonizar todos en un ritmo común, para algunos/as implicó serenar, para otros/as apurar, y para todos una toma de conciencia del lenguaje de nuestro cuerpo.
Una búsqueda acompañada de sonrisas que respetó el tiempo de cada uno/a, así como hace la madre con su bebé para comunicarse mejor y prodigar afecto.
Luego fuimos compartiendo distintos textos sobre la respuesta a la pregunta inicial: "¿Existe una pedagogía franciscana?" Y a estos textos le sumamos nuestras propias respuestas y el análisis de nuestras prácticas.
Fuimos evidenciando una cosmovisión franciscana del mundo y de la vida. Fuimos descubriendo juntos la necesidad de incardinar nuestras propuestas pedagógicas dentro de un itinerario formativo.
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